CARTA DE UN HIJO A SU MADRE
Querida mamá.
Hoy salí de viaje, fue inesperado, fue un viaje rápido y bonito. Quiero que sepas que fue corto, que voy a esperarte con los brazos abiertos, pero para ti, sé que la espera va a ser muy larga. Hoy te escribo desde el Cielo para contarte de mi viaje.
Aunque no lo sepas traje el mejor equipaje que pude, y así quiero decírtelo. Mi maleta ha venido cargada de todo tu cariño, del amor que tú me diste en todo este tiempo de mi corta vida que hemos podido compartir.
Gracias a ti mamita querida, he traído también valores, muy buenos valores que tú me has enseñado con tu ejemplo y con tu entrega, con la dedicación y ese amor incondicional que por mi sentiste desde que estaba en tu vientre. Aquí no he tenido que aprender a amar, mamá....porque tú ya me lo enseñaste.
Quiero mami querida que seas consciente de la importancia del trabajo que has realizado, has hecho de mí la persona que aquí sigo siendo, y te repito: quiero que lo sepas y que te sientas en paz, que no llores mi partida, que sepas que estoy bien y que no quiero saberte triste, te quiero alegre para mis hermanitos y para mi papito y mis abuelitos.
No lo olvides, me he traído conmigo cada juego, cada enseñanza, cada parte de ti que me diste, y créeme: eso es infinito, lo es todo. No tuve una vida larga porque no todos llegamos a grandes, mi destino fue llegar primero al Cielo. Así ha tenido que ser y has tenido que ser tú, para poder enseñarme todo aquello que me ayudó y me sigue ayudando, porque solo tú lo has hecho.
Por favor mamita linda, no te preocupes por el tiempo que vas a estar sin verme, sin mis travesuras, sin mis ocurrencias, sin mis risas, sin mis abrazos, ahora me toca a mí.
Me toca a mí, enseñarte y tener contigo la misma paciencia que tenías conmigo cuando me enseñaste a andar: ahora te voy a ayudar yo a caminar sin mí, porque debes hacerlo y yo te guiaré en ello...
Caerás unas cuantas veces, como tantas caí yo, pero recuerda como amorosamente me levantabas y me decías que pronto sanaría: hoy te toca a ti, mamá. Te toca levantarte y ponerte de pie tantas veces sea necesario....es sencillo, me decías, recuerdas? Pues hagámoslo juntos, estoy contigo. Si yo pude, tu puedes....somos uno, recuerda que yo soy un pedacito de tu vida.
No te preocupes porque no hablemos, porque tenemos el mejor lenguaje que se pudo inventar: el lenguaje del alma, el del corazón.
Mamita por favor no sufras y no te preocupes porque no nos veamos, porque mi imagen irá a ti cuantas veces lo necesites. Yo siempre viviré en el huerto de tu alma.
No te preocupes porque no nos toquemos, recuérdame tan solo y volverás a sentirme.
Abre la maleta de todo el equipaje que me diste, y quédate con eso, pues " eso " soy yo.
Si tú lloras, yo te secaré las lágrimas. Si tú sonríes, yo reiré. Si tú ríes, yo bailaré. Si bailas, yo saltaré.
Y cuando menos te lo esperes, y sin que te des cuenta, habrás sanado y entonces estaremos verdaderamente juntos mamita.
Estoy en cada amanecer, dándote fuerzas para comenzar el día. Estoy en cada atardecer, tranquilizándote para descansar un profundo sueño. En cada flor que se abre, dándole color y alegría a tu vida. En cada carcajada, llenándote de fuerza. Estoy en tantas pequeñas cosas, que ahora te pasan desapercibidas.
Si no me encuentras, acude a mi casa que es la tuya: tu alma, tu corazón y allí estaré siempre.
Te quiero mamá, se fuerte, por ti y por ellos..... ¡Y sonríe que te espero!
Un abrazo para todos, aquí no hay dolor, no hay hambre, no hay vacíos ni miedo, ni frio, ni calor, aquí somos todos felices y es tiempo celestial.